Me encuentro aquí sentado en lo más alto de la colina, observando como la puesta de sol hace hermoso el paisaje que tengo frente a mí.
Los animales empiezan a retirarse a sus guaridas y les toman el relevo los seres de la noche.
No sé exactamente como llegue aquí, creo que me perdí, no recuerdo que ando buscando, pero tampoco recuerdo donde deje el camino que me lleva de regreso donde me esperan, me tumbo en la hierba y intento recordar como pare en este sitio.
Nací en un pueblecito cercano a la capital, casi todos nos dedicábamos a la agricultura, éramos gente pobre, pero honrada y trabajadora, al servicio de la casa real.
Tenía dos hermanos mayores y una hermana pequeña que trabajaba para el herrero haciéndole los recados y limpiando la casa mientras él se encontraba en la Forja, mi padre murió cuando yo era pequeño en una de las múltiples guerras que en aquellos tiempos tenían lugar por estas tierras, mi madre nos saco adelante con la ayuda de mis tíos, y lo debió hacer bien visto los resultados.
Mis Hermanos y yo nos dedicábamos al campo, cultivábamos casi de todo dependiendo de la temporada, y entregábamos la cuota que teníamos adjudicada puntualmente, por lo que los recaudadores del reino nos dejaban tranquilos y nos tenían en alta estima.
Un día que me encontraba sembrando los campos apareció mi hermano David que corrió hacia donde me encontraba apresuradamente. –Juan hermano corre ven!! –se notaba que estaba agotado por la carrera, y en su voz se distinguía un hilo de preocupación al hablar.
-David, hermano, tranquilo, respira, que ocurre que vienes así tan apresuradamente? –intente calmarle, aunque la verdad es que yo andaba también preocupado porque sabía que algo pasaba.
David se paro frente a mí, jadeaba por el cansancio y le costaba respirar, estuvo un instante recobrando el aliento y entonces cuando se noto con fuerzas…. –Juan… es Iker, los soldados se lo han llevado!!! Madre está en casa llorando, no sé por qué ha pasado, tienes que venir a casa corriendo.
Había escuchado rumores de la capital, de que la Princesa estaba formando un ejército después de la muerte de su padre, para combatir contra su tío que quería reclamar el trono para él, me dirigí junto a mi hermano rápidamente a casa al llegar vi a mi madre sentada en una silla junto al fuego de la chimenea, llorando desconsoladamente, al verme se levanto y se lanzo a mis brazos.
-Hijo, se llevaron a Iker, a la guerra, como a tu padre, no podría soportar que le pasara nada, tienes que hacer algo!!! –Sus quejidos, sus llantos fueron como un puño que se clavaba en mi pecho y me apretaba el corazón, y no pude evitar que se me soltaran unas lágrimas a mí también.
-Madre que cree que yo puedo hacer? No sé qué podría hacer para librarle del reclutamiento, sabe que no tenemos dinero para hacerlo. –Los hijos de los nobles y de los comerciantes solían librarse de los reclutamientos pagando un impuesto que unos agricultores como nosotros no podíamos asumir.
-Tu conoces a la princesa, jugasteis cuando erais pequeños, la conoces tienes que ir a verla. –los ojos de mi madre se clavaron en mi, y su voz ya no sonaba triste, sino fuerte y acusadora.
Es cierto que cuando yo era un crio conocí junto al rio a una muchacha, de pelo moreno y rizado, era hermosa y su sonrisa era cautivadora, era de carácter afable y divertida, un verdadero terremoto que no paraba quieta, durante varios días ella se acercaba a la misma hora al rio y era como una cita no pactada entre ambos, nos pasábamos horas en el bosque jugando riendo hablando, hasta que un día aparecieron unos guardias y se la llevaron, fue cuando me di cuenta de que era la princesa, que se escapaba para jugar conmigo, pero nunca más la volví a ver.
Mi madre continuaba mirándome con esos ojos que se clavaban en mí con fuerza, a cada segundo más dentro de mí, entonces decidí ir, no sé si lograría alguna cosa, dudo incluso que se acordara de mí, pero estaba claro que alguna cosa tenía que hacer.
-Está bien madre, iré a hablar con la princesa, pero dudo que se acuerde de mí, partiré ahora mismo.
Mi madre solo me miro y hizo un movimiento de aprobación con la cabeza, en ese instante Salí de la casa y me dirigí al camino que llevaba a la capital donde estaba el castillo.
2.
El tiempo estaba empezando a cambiar, en breve se pondría a llover, desde mi casa al castillo no tenia más de cuatro horas andando así que apreté un poco más la marcha y justo cuando empecé a ver las murallas de la ciudad empezó a llover fuertemente.
Me dirigí corriendo a las puertas en las que el tráfico de personas y carretas era constante, el suelo empezó a ponerse embarrado y pesado debido a la lluvia y a las pisadas de la gente y las ruedas de los carromatos, para cuando entre en la ciudad mi ropa estaba llena de barro por las salpicaduras y parecía un mendigo, no es que al ser un granjero vistiera elegantemente, pero al menos no parecía un vagabundo que dormía en un barrizal, pero ahora mismo es lo que cualquier persona pensaría de mi.
En otras circunstancias me abría dirigido al rio y abría lavado mis ropas y a mí mismo y abría pagado una posada para calentarme y secarme, pero no tenía tiempo de eso, tenía que ir ahora mismo al castillo y pedir audiencia con la princesa.
Cuando me acerque a las puertas del castillo unos guardias me cerraron el paso.
-Este no es lugar para mendigar, así que si no quieres terminar en el calabozo date la vuelta ahora mismo y regresa por donde viniste.
-Se confunde, no soy ningún mendigo, soy un granjero siervo de la princesa que solicita audiencia.
El guardia me miro de arriba abajo y soltó una sonora carcajada, su compañero también le acompaño en la burla –Seas mendigo, pordiosero o granjero tanto da, nadie va a recibirte, tienen cosas más importantes que hacer, así que date media vuelta.
Comprendí al instante que no me dejarían pasar, y la verdad no sabía qué hacer, así que me di media vuelta para dirigirme a la posada, cuando me gire escuche como las puertas se abrían detrás de mí y uno de los guardias que antes con tanta burla me hablo cambio el tono de voz.
-Abrid paso a la princesa!!! –cuando me gire vi como hacia una reverencia, y me fije que una hermosa mujer montaba en un caballo blanco como la nieve, estaba rodeada por caballeros con armaduras radiantes y llenas de relieves, dragones, gigantes… era una pequeña pero maravillosa comitiva.
En cuanto vi su pelo negro y rizado y la sonrisa que tenia la reconocí, era como aquella tarde en el rio, no había cambiado en nada, estaban a punto de alcanzarme y no sé porque me puse delante de la comitiva y corte el paso de los caballeros y la princesa, uno de los caballeros se detuvo ante mi…. –Quita de en medio si no quieres que mi caballo te pisotee, estas cortando el paso de la princesa y eso puede costarte muy caro!!!
Estúpido de mi no me quite de en medio y no podía dejar de mirar a la princesa, solo acerté a llamarla –Princesa… no me recuerda?
La princesa al oírme cambio el semblante, parecía curiosa ante mis palabras como si mi voz le sonara de algo pero no dijo nada, solo escuche al caballero.
-Como osas dirigirte a la princesa!!! Lo pagaras muy caro, guardias!!!
En ese momento los guardias de la puerta se abalanzaron contra mí y me tiraron al suelo, uno de ellos me levanto y me aparto del camino –Vas a ir al calabozo por eso, y reza porque no terminen con tu vida.
La comitiva volvió a pasar por mi lado, y cuando la princesa estuvo a mi altura volví a dirigirme a ella –Princesa caradura…. Soy yo…. No me recuerda?
En ese momento la princesa detuvo su caballo, como si esas palabras hubieran logrado paralizarla, su rostro era serio y giro la cabeza y me miro….. Estuvo un rato estudiándome mirándome de arriba abajo, y en ese momento volvió a aflorar una sonrisa en su rostro, la más hermosa de todas las que recordaba de ella. –Es posible que seas tú…. Juan… eres tú? Hace muchos años que no nos veíamos….. Guardias soltadle inmediatamente!!!!
Los guardias tardaron en reaccionar, pero cuando vieron que la princesa desmontaba de su blanco corcel y se dirigía a mi me soltaron y hicieron nuevamente una reverencia tal que a cualquier otra persona se le abría partido la espalda, la princesa se abalanzo sobre mí y me abrazo fuertemente sin importarle que mis ropas estuvieran manchadas de barro. –Hace tantos años que mi padre me prohibió volver a verte!!! Qué alegría que estés nuevamente aquí. –Yo no sabía cómo actuar, toda mi vida pensé que no se acordaría de mí, de aquellas tardes de juventud y juegos en el bosque juntos, de aquel amor de infancia.
-Nadie desde aquel día me volvió a llamar caradura. –Esbozo una sonrisa y me beso en la mejilla.
3.
Después de hablar brevemente caradura ordeno que me llevaran dentro y me dieran ropa y comida, yo estaba todavía incrédulo, no podía imaginar que estaba pasando, hacia ya once años de la última vez que nos vimos, yo siempre la recordé cada uno de mis días, durante mucho tiempo continúe yendo al rio a la misma hora pero nunca apareció.
Después de lavarme, cambiarme de ropa y comer algo me llevaron ante la presencia de la princesa nuevamente.
Ella estaba radiante, tenía un vestido rojo, engalanado con ribetes de oro, su pelo negro y rizado destacaba sobre la diadema que llevaba de diamantes, su nariz grande pero hermosa la hacía inconfundible, su belleza no residía solo en sus rasgos, sino en algo más que irradiaba de dentro de ella.
-Por favor ven, siéntate a la mesa Juan, cuánto tiempo ya… no has cambiado en nada continuas igual de feo y gordo que siempre. –soltó una risa de complicidad.
Yo reí también –Veo que para ti tampoco ha pasado el tiempo princesa caradura, parece que se detuvo el ultimo día que te vi junto al rio.
El día que nos conocimos casi nos peleamos no recuerdo el porqué, ella me llamo feo y gordo y yo la llame caradura y desde ese momento siempre nos llamábamos así, yo era el feo y gordo Juan y ella Nieves la caradura, era nuestra forma cariñosa y particular de llamarnos.
-Cuéntame Juan que te a traído al castillo después de tanto tiempo, yo no pude volver a verte ya sabes mi padre me lo prohibió. –lo dijo con voz triste. –Lo sé princesa caradura, y nunca me olvide de ti, pensé que no volvería a verte, y bueno…. Venía a pedirte un favor, tus guardias esta maña se llevaron a mi hermano para reclutarlo….
-Vaya, claro no dudes que lo dejaremos ir a casa, pero que no se entere nadie sino todo el mundo me pediría lo mismo, luego dile al alguacil su nombre y mañana estará en casa.
Continuamos hablando durante horas, recordando viejas anécdotas, hablando del pasado y del presente, de cuando su padre murió y ella subió al trono, de las guerras con su tío por la herencia de su padre, cuando llegamos a este punto la princesa caradura no pudo aguantar las lagrimas.
-Tranquila caradura no llores, si en alguna cosa puedo ayudarte…. –No me atreví a abrazarla después de tanto tiempo….
-No, no puedes ayudarme aunque…. Igual si que puedes, quiero que me acompañes a un sitio ven. –Ella se levanto y me cogió de la mano, salió corriendo por el pasillo y yo detrás de ella a remolque.
Empezamos a subir unas escaleras en forma de caracol que no parecían tener fin, cuando llegamos arriba del todo ella abrió de golpe una puerta y ante mi apareció una habitación llena de frascos, y estanterías repletas de libros, en un pequeño rincón oscuro de la habitación se encontraba un hombre de edad avanzada, con una enorme barba gris que por poco le llegaba al suelo.
-Majestad, que prisas son esas, en que puedo ayudarla?
-Mago Bran traigo a una persona que igual puede ayudarnos, se acuerda de lo que hablamos el otro día? –la dijo aceleradamente, como invadida por la emoción.
-Si claro que si majestad claro que recuerdo, pero, será posible que este hombre sea el que buscamos? .el Mago me miro directamente, y nuevamente me miro de arriba abajo ese día me había sentido más observado que en ningún otro día de mi vida.
-Si, estoy convencida, es el.
Yo permanecí quieto en la puerta, no sabía de que estaban hablando pero estaba claro que se referían a mí, no sabía si alegrarme o no, si quedarme quieto o salir corriendo, la verdad estaba paralizado.
En ese instante Bran al verme y darse cuenta de la situación me explico lo que ocurría.
-La princesa ha sido hechizada, le queda poco tiempo de vida, su tío contrato a una bruja para que hiciera una poción para terminar con ella, el encantamiento solo puede romperse por un amor puro y verdadero sin maldad sin esperar nada a cambio, un amor de juventud.
-Pero…. –intente hablar pero la princesa caradura me corto. –Juan, tu y yo teníamos algo hermoso, sabíamos que no podríamos tenernos, pero nos negábamos a dejar de vernos, yo te quería mucho y sé que tu a mi también, aunque igual estoy confundida…. –Cuando me dijo esas palabras no se atrevió a mirarme a los ojos, tenía la cabeza agachada como mirándose el cuello del vestido.
-Claro que no te confundes, claro que te quise y te quiero, nunca me olvide de ti, pero… como podría yo ayudar?
En ese instante el mago Bran habló nuevamente –Tienes que acompañar a la princesa al bosque encantado que se encuentra detrás de las montañas, solo podréis ir los dos, y tenéis que encontrar el manantial del recuerdo, si ambos os amasteis puramente entonces el hechizo se romperá al beber de sus aguas, aunque claro… tiene un precio. –callo en ese punto, como esperando que alguien le preguntara el precio.
-Sea lo que sea mago, estoy dispuesto a hacerlo y pagar ese precio, no dejare que la princesa caradura sufra, solo dime cuando y partiré inmediatamente.
Caradura empezó a llorar se abalanzo nuevamente sobre mí y me beso.
Esa misma noche iniciamos los preparativos para partir hacia el bosque encantado, una comitiva de caballeros y guardias nos acompañaron durante el viaje hasta que llegamos a la mañana siguiente a la entrada del bosque, en ese momento la princesa caradura y yo el feo y gordo amigo nos adentramos en el bosque.
4.
Hacía mucho tiempo que nadie entraba en este bosque, hace mucho tiempo una partida de caza decidió adentrarse al perseguir a un jabalí y solo volvió un superviviente, enloquecido por lo que vio, que al poco tiempo se quito la vida, desde ese momento nadie más se atrevió a atravesar el bosque.
El camino que habíamos cogido al poco tiempo se dividió en dos y nos encontramos en un cruce no sabíamos si ir por el de la izquierda o por el de la derecha, a ambos lados del camino los arboles y la vegetación los rodeaban todo y apenas pasaba la luz del sol, así que parecía que estábamos en la penumbra.
-Bueno Nieves, tu dirás…. Izquierda o derecha.
Ella me miro dubitativa. –Sabes que siempre me costó tomar ciertas decisiones y estas de izquierda o derecha es una de ellas Tontolino. –Me miro y vio como me reía al escuchar lo de tontolino, otro de los muchos motes que me dedicaba.
-Está bien, dejemos que la suerte actué, tirare una moneda al aire, si sale cara iremos por la derecha, si sale cruz iremos por la izquierda. –Y si cae de canto? –me interrumpió ella burlonamente soltando una carcajada, ambos nos reímos.
Me baje del caballo y tire la moneda al aire pareció una eternidad lo que tardo en caer, al agacharme a recogerla vi el resultado. –Salió cruz, a la izquierda. –Monte nuevamente en el caballo y nos dirigimos hacia el camino de la izquierda.
Estábamos hablando de nuestras cosas, cuando comprobamos que poco a poco el camino se estrechaba, ya casi no podíamos cabalgar el uno al lado del otro, así que ella se puso detrás de mí, y continuamos el camino.
Los sonidos que salían de entre la maleza eran extraños, yo estaba acostumbrado al campo porque vivía de él, pero jamás había escuchado esos ruidos, no sé qué tipo de animales serian pero yo no los conocía, a medida que avanzábamos el camino se estrechaba mas y mas, pero no solo eso, sino que los arboles que se encontraban a nuestro alrededor se iban estrechando también, las ramas de los arboles de la izquierda casi tocaban las ramas de los de la derecha y poco a poco formaban una cúpula hasta que llego un punto en el que ya no se distinguía si las ramas eran de un árbol o de otro, y no podíamos continuar montados a caballo.
-Creo que tendremos que avanzar a pie caradura. –le dije con tono de preocupación.
-Si, eso parece, pero es extraño, además Juan, no llevas tiempo sintiendo como que alguien o algo nos está observando? -La verdad es que si llevaba tiempo notándolo, y estaba atento a cualquier movimiento extraño, pero no quise decirle nada para no preocuparla, pero veo que ella también se dio cuenta.
-Amarremos los caballos aquí, y esperemos poder encontrarlos luego al regreso.
Nos bajamos de los caballos, y los atamos fuertemente al tronco de un árbol, entonces nos adentramos en ese pasillo estrello de troncos y ramas que no dejaban más opción que la de continuar avanzando.
Llevábamos unos diez minutos dentro de ese túnel extraño, cuando escuchamos un ruido detrás de nosotros, yo me gire sobresaltado y lo que vi me dejo perplejo, detrás de nosotros se había cerrado completamente el camino, por donde antes habíamos pasado ahora solo se veía un muro de ramas imposible de atravesar, me acerque y saque mi espada y intente cortar las ramas pero no les hice nada, era más parecido a un muro de piedra.
-Juan que pasa?? Que está ocurriendo. –Nieves estaba sobresaltada como yo, no se atrevía a moverse y me miraba inquietamente.
-No sé lo que pasa, pero no nos queda otra opción que continuar el camino. –No podía darle una explicación, porque no tenía ninguna coherente que darle, así que me acerque a ella, la cogí de la mano la di un beso en la mejilla y continuamos el camino, pero aumentando un poco más el ritmo al caminar.
Al cabo de unos metros otra vez el ruido resonó detrás de nosotros, esta vez al girarme vi que el camino se estaba cerrando nuevamente, pero esta vez parecía vivo, no paraba quieto y avanzaba apresuradamente hacia donde nos encontrábamos, como si los arboles quisieran devorarnos. –Corre!!!!!! –solo acerté a decir eso cuando empecé a correr sujetando con fuerza la mano de la princesa caradura, no sé ni cómo no la tire, pero ella seguía corriendo a mi lado.
Cada vez estaban más cerca de nosotros yo ya casi no podía continuar, mis piernas me dolían el aliento me faltaba, en ese instante la princesa al darse cuenta me animo. –Vamos Juan, tu puedes continuar, vamos gordo no pares!! –Era cierto lo de mi peso pero al notar los ánimos de ella y la forma cariñosa de decírmelo saque fuerzas de donde no tenia y continúe corriendo como alma que llevaba el diablo, cuando ya creí que todo estaba perdido note como si debajo de nosotros la tierra se abriese, y en ese mismo momento caímos al vacio.
La caída me pareció eterna, intente no soltar a caradura, mire abajo y no vi nada, todo estaba negro no veía el fondo, pensé que todo había terminado, en ese momento mire a los ojos a caradura, y ella me miro a mi y ambos sin decirnos nada solamente mirándonos nos dijimos mil cosas hermosas, yo la apreté más fuerte la mano, sonreímos y cerramos los ojos.
5.
Abrí los ojos y intente incorporarme pero me dolía todo el cuerpo, no sabía dónde estaba, pero una hoguera calentaba mi cuerpo y el resplandor del fuego tenía un efecto calmante sobre mí, no estaba nervioso, al cabo de un rato me pude incorporar y vi a Nieves tumbada junto a mi dormida, recordé que el menor ruido la despertaba, eso me conto una vez, así que me levante procurando no hacer ningún tipo de ruido, estábamos en una cueva, no sé como habíamos llegado aquí, yo creía que habríamos muerto en la caída.
-Buenos días bello durmiente. –Una voz dulce y clara me saludaba, mire en la dirección de donde provenía la voz, pero no vi a nadie. –Me alegra que te hayas despertado ya, ven acércate a comer alguna cosa, la princesa todavía descansara un poco más.
Me acerque hacia el lugar desde el que provenía la voz, y entonces la vi, una mujer preciosa, seria de mediana edad, pero su piel blanca no tenía ninguna arruga, sus ojos eran azules claros y su pelo era dorado como el oro más puro que jamás haya visto cualquier hombre, estaba vestida con un vestido blanco que casi dejaba vislumbrar sus curvas, estaba convencido que ante la luz se podría ver sin problema lo que escondía ese vestido debajo del.
-Quien… quien eres tú? –Era incapaz de levantar la voz, era como si estuviera hipnotizado por aquella mujer que tenía delante de mí, de su voz, de sus rasgos, de su cuerpo.
-Soy la Guardiana del mayor tesoro que este bosque esconde, algunos me llaman Deseo, otros me llaman Sueño, pero tú puedes llamarme como quieras, en realidad soy solo lo que tú quieres que sea. –Al terminar de hablar se acerco a mí y me entrego un cuenco que contenía agua clara de la que bebí.
-Pero eso no es posible, todo el mundo tiene un nombre, y que significa eso de que tu eres solo lo que yo deseo? –volví a beber un poco más del cuenco de agua clara.
-En realidad, yo no tengo cuerpo, ni tengo nombre, no soy nacida de nadie simplemente soy parte del bosque, tú me ves así porque quieres que sea así, pero cualquier otra criatura me vera de otra forma, pero no le des más vueltas, dime, que buscáis aquí, porque os adentrasteis en mi casa.
Le conté la historia que el mago Bran me conto en el castillo, que buscábamos el manantial del recuerdo y que si no lo encontrábamos la princesa moriría.
Ella me escucho atentamente cada una de mis palabras sin dejar de esbozar una sonrisa.
-Veo que superasteis la primera prueba, así que puede que funcione. –La primera prueba? A que te refieres? –No sabía a qué se refería, estaba perplejo
Ella soltó una dulce carcajada. –Veras, la primera prueba consistía en seguir a ciegas a la persona que amas, a no dejar atrás a la otra persona, cuando tus fuerzas flaquearon, la princesa te animo a que no te rindieras, ella continuo a tu lado, podría haberte soltado y salvarse ella, pero no lo hizo, y cuando caísteis al vacio al darte cuenta de que podía ser vuestro fin tú la agarraste fuertemente a ella y con la mirada os dijisteis lo que sentíais, por eso estáis aquí y no muertos.
Entonces empecé a comprender, las palabras del mago un amor puro de juventud, así que estaban poniendo a prueba nuestros sentimientos, si era real o no lo era.
-Entonces, si hemos superado la prueba, ya podemos beber del agua del manantial? –yo estaba más animado por las palabras de ella.
-Bueno, como te he dicho esa era la primera prueba, os queda una más por superar.
-Y en qué consiste, que tenemos que hacer? –La mire a los ojos, y nuevamente quede prendado de esa belleza que irradiaba. –Lo sabrás a su debido tiempo, no te preocupes, ahora ve junto a Nieves, la princesa se está despertando. –En ese momento gire la cabeza y vi como caradura se empezaba a incorporar, cuando volví a mirar a la extraña mujer ya había desaparecido, solo estaba yo y el cuenco con agua, entonces me acerce a caradura la ayude a incorporarse y la di de beber. –Que.. Que ha pasado.. Estamos… estamos…. –No podía casi articular palabra. –Estamos vivos princesa, vivos, descansa un poco, tomate tu tiempo.
Mientras ella se incorporaba y recuperaba fuerzas, le conté el extraño encuentro con la mujer misteriosa, ella me escuchaba atentamente, y se sonrojo cuando le conté la parte de cuando me animo y cuando nos miramos al caer del vacío.
-Y en qué consiste la última prueba? Que tenemos que hacer ahora? –Se notaba que ella ya había recuperado casi todas las fuerzas, su voz volvía a tener la misma energía de siempre.
-No lo sé, no me lo ha dicho, pero supongo que pronto lo averiguaremos, salgamos de esta cueva, nos vendrá bien un poco de aire.
Nos dirigimos a la salida de la cueva, al llegar la luz del sol nos cegaba, esa parte del bosque era muy luminosa, las copas de los arboles no tapaban los rayos del sol, y la luz inundaba todo a cada paso.
6.
Cuando volvimos al camino al salir de la cueva todo parecía distinto a cuando entramos, los arboles, los sonidos, incluso el propio camino, parecían radicalmente distintos a lo visto en el otro tramo del camino.
Avanzamos unos metros más cuando vimos una cabaña a lo lejos, parecía habitada porque de la chimenea salía humo, unos caballos estaban en una especie de cerca pero…. No podía ser, eran nuestros caballos, los que dejamos atados al árbol, como era posible.
Sin decirnos nada nos acercamos hasta la casa, y entonces es cuando realmente nos dimos cuenta de que efectivamente eran nuestros caballos, parecían recién cepillados, comían hierva ajenos a todo, parecían felices, cuando estaba a punto de abrir la puerta de la cerca alguien salió de la casa.
-Deja los caballos no te pertenecen, son míos. –De la casa asomo un pequeño gnomo barbudo que se dirigía a mí rápidamente.
-No son tuyos, los dejamos nosotros atados a un árbol para buscarlos después. –Le dije yo amenazadoramente. –Pues si los abandonasteis entonces me pertenecen, y no hay más que discutir!! -El gnomo ya estaba a mi altura, bueno… es un decir no me llegaba casi a la cintura en ese momento hablo Nieves.
-Calma, vamos a tranquilizarnos, veo que cuidaste bien de ellos, y es posible que pensaras que estaban abandonados, pero no es así, el camino no nos permitía llevarlos con nosotros y los tuvimos que…. –En ese momento el gnomo la interrumpí. –Tonterías!!! Todo el mundo dice lo mismo, estos caballos son míos porque me los encontré, los e lavado, los e alimentado, y ahora me pertenecen y no tengo nada más que hablar.
No sé cómo pero la voz del gnomo hablando así a caradura hizo que mi sangre hirviera, y agarre por el traje al gnomo y lo levante hasta tenerlo cara a cara, el gnomo no dejaba de patalear y pedir que lo soltara o me arrepentiría. –Ahora mismo vas a darnos esos caballos o si no….. –Nuevamente me interrumpió. –O si no que?
-O si no nada!!! –Dijo encolerizada Nieves, suéltalo ahora mismo, y dime gnomo que es lo que quieres a cambio de los caballos.
El gnomo ya en el suelo se acerco a la princesa, y la hizo una reverencia. –Muchas gracias hermosa dama por su ayuda.
-Llevamos un día muy extraño gnomo, no me des las gracias por nada, solo dime qué quieres a cambio de los caballos. –La voz de la princesa sonaba contundente y dura pero sin ser amenazadora.
-Nieves, déjame que de su merecido a este enano!!! –Yo continuaba alterado, en ese momento el gnomo me miro, y mascullo unas palabras que no logre descifrar, pero yo Salí disparado y me golpee contra un árbol que estaba a mis espaldas.
-No te confundas conmigo humano, aunque me veas así de pequeño puede que sea más grande de lo que parezco. –Soltó una sonora carcajada.
Resulta que era un hechicero, lo que nos faltaba por hoy, el gnomo se volvió a dirigir a la princesa. –Está bien, pero solo os podre dar un caballo, y solo uno de vosotros podrá abandonar el bosque montado a caballo, el otro tendrá que quedarse aquí hasta que encuentre otro caballo.
-Eso es una locura!! Entonces nos iremos andando. –La princesa ahora si parecía ofendida.
El gnomo empezó a reírse a carcajadas. –Es imposible abandonar este bosque sin ir a caballo, antes de que os dierais cuenta los animales del bosque acabarían con vosotros, muchos lo intentaron y mira donde terminaron. –En ese momento el gnomo señalo a un pozo que se encontraba detrás de el.
Me acerque al pozo y lo que vi me hizo horrorizar, el pozo estaba lleno de huesos.
-Eso que dices…. No es posible, los animales del bosque no te atacan así como así, llevo toda mi vida viviendo en el bosque y nunca me paso nada!!! –Yo estaba horrorizado pero nuevamente encolerizado.
-Si, pero recuerda que estas en el bosque encantado, aquí nada es como en otros lugares, aquí no tenemos ardillas que amenizan una tarde de merienda, aquí tenemos lobos enormes a los que les encanta la carne humana, solo con la velocidad de un caballo podríais escapar de ellos.
Al mirar al gnomo vi que no estaba mintiendo, no sé porque pero sentí que tenía razón, mire al camino y vi que no tenia fin, ir andando sería una locura, esos ruidos que llevábamos escuchando durante tanto tiempo…… -Esta bien, quiero el caballo blanco, princesa sal de aquí yo me las arreglare.
-Tu estás loco tontolino, no pienso irme de aquí sin ti. –Nieves me miro fijamente con cara de enfado. –Princesa, no me seas testaruda como siempre!!! No sé porque pero creo al gnomo y de aquí no saldremos andando, así que haz el favor de coger el caballo y continuar tu el camino. –No solía enfadarme, pero esta vez lo estaba, esta testaruda siempre haciendo lo que quería.
-Si no hemos bebido del manantial a mi me queda poco de vida así que es tontería que yo me salve, no discutas y coge ahora mismo el caballo y sal de aquí, te lo ordeno soy tu princesa!!.
El gnomo parecía que se estaba divirtiendo con la discusión y en ese momento nos corto.
-Por si no lo sabéis ya a veis bebido del agua del manantial, el cuenco con agua que os dio la reina del bosque era agua de su manantial, y ahora mismo acabáis de activar sus poderes al a ver demostrado que os amáis sacrificándoos el uno por el otro.
-Entonces… entonces hemos superado la última prueba? Ya no estoy hechizada? –Dijo con voz rasgada la princesa a punto de llorar
-Exactamente, acabáis de superar la última prueba pero… -En ese momento interrumpí al gnomo. –Entonces podemos irnos los dos? Podemos salir de aquí?
-No, lo siento, es lo que quería deciros, esto tiene un precio, las aguas del recuerdo no son gratis. –Ahora recordé lo que nos dijo Bran el mago, tenía un precio… pero no le deje decirme que precio era aquel, me anime a preguntar medio asustado. –Y… qué precio tenemos que pagar?
El gnomo me miro fijamente, su voz cambio y ahora parecía apenado. –El precio es el Olvido, os olvidareis el uno del otro, la mayor prueba de amor, el sacrificar ese amor por el bien de la otra persona, acabas de salvarla la vida, pero a la vez la perdiste, el precio es el olvido.
Nos quedamos mudos la caradura y yo, nos miramos a los ojos y en ese momento notamos como algo dentro de nosotros ocurría, me ardía todo el cuerpo y solo salieron dos palabras de mi boca. –Caradura te quiero. –Ella que notaba lo mismo, tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas y también solo pudo decirme una cosa. –Yo a ti también mi tontolino feo y gordo.
En cuanto ella termino esa frase note como si alguien me golpeara y caí al suelo inconsciente, al despertarme aparecí aquí en lo alto de la colina con un dolor de cabeza tremendo, intentaba recordar que había ocurrido, pero no lograba más que vislumbrar pequeños destellos de situaciones que no sabía si había vivido o eran producto de mi imaginación.
Cuando ya oscureció escuche un caballo que se aproximaba a lo alto de la colina donde yo estaba ya casi durmiéndome bajo el manto del cielo estrellado.
-Perdona, es que ando perdida, me podrías indicar el camino a la ciudad? Tengo que llegar al castillo.
Me incorpore, y ante mi vi a la mujer más hermosa que jamás había visto en mi vida, era morena, con el pelo rizado, con una sonrisa capaz de hacer palpitar cualquier corazón.
-Claro, veras si quieres te puedo acompañar, voy en esa dirección.
-Claro, me encantaría que me acompañaras, me llamo Nieves.
-Yo me llamo Juan, encantado, vamos, no tardaremos en llegar.
Tal vez el precio era el olvido, pero el olvido de un amor imposible, ahora nos hemos vuelto a conocer, no sé que pasara o que no pasara, esa es otra historia.