jueves, 26 de septiembre de 2013

CAMINO PERDIDO

Me encuentro aquí sentado en lo más alto de la colina, observando como  la puesta de sol hace hermoso el paisaje que tengo frente a mí.
Los animales empiezan a retirarse a sus guaridas y les toman el relevo los seres de la noche.
No sé exactamente como llegue aquí, creo que me perdí, no recuerdo que ando buscando, pero tampoco recuerdo donde deje el camino que me lleva de regreso donde me esperan, me tumbo en la hierba y intento recordar como pare en este sitio.
Nací en un pueblecito cercano a la capital, casi todos nos dedicábamos a la agricultura, éramos gente pobre, pero honrada y trabajadora, al servicio de la casa real.
Tenía dos hermanos mayores y una hermana pequeña que trabajaba para el herrero haciéndole los recados y limpiando la casa mientras él se encontraba en la Forja, mi padre murió cuando yo era pequeño en una de las múltiples guerras que en aquellos tiempos tenían lugar por estas tierras, mi madre nos saco adelante con la ayuda de mis tíos, y lo debió hacer bien visto los resultados.
Mis Hermanos y yo nos dedicábamos al campo, cultivábamos casi de todo dependiendo de la temporada, y entregábamos la cuota que teníamos adjudicada puntualmente, por lo que los recaudadores del reino nos dejaban tranquilos y nos tenían en alta estima.
Un día que me encontraba sembrando los campos apareció mi hermano David que corrió hacia donde me encontraba apresuradamente. –Juan hermano corre ven!! –se notaba que estaba agotado por la carrera, y en su voz se distinguía un hilo de preocupación al hablar.
-David, hermano, tranquilo, respira, que ocurre que vienes así tan apresuradamente? –intente calmarle, aunque la verdad es que yo andaba también preocupado porque sabía que algo pasaba.
David se paro frente a mí, jadeaba por el cansancio y le costaba respirar, estuvo un instante recobrando el aliento y entonces cuando se noto con fuerzas…. –Juan… es Iker, los soldados se lo han llevado!!! Madre está en casa llorando, no sé por qué ha pasado, tienes que venir a casa corriendo.
Había escuchado rumores de la capital, de que la Princesa estaba formando un ejército después de la muerte de su padre, para combatir contra su tío que quería reclamar el trono para él, me dirigí junto a mi hermano rápidamente a casa al llegar vi a mi madre sentada en una silla junto al fuego de la chimenea, llorando desconsoladamente, al verme se levanto y se lanzo a mis brazos.
-Hijo, se llevaron a Iker, a la guerra, como a tu padre, no podría soportar que le pasara nada, tienes que hacer algo!!! –Sus quejidos, sus llantos fueron como un puño que se clavaba en mi pecho y me apretaba el corazón, y no pude evitar que se me soltaran unas lágrimas a mí también.
-Madre que cree que yo puedo hacer? No sé qué podría hacer para librarle del reclutamiento, sabe que no tenemos dinero para hacerlo. –Los hijos de los nobles y de los comerciantes solían librarse de los reclutamientos pagando un impuesto que unos agricultores como nosotros no podíamos asumir.
-Tu conoces a la princesa, jugasteis cuando erais pequeños, la conoces tienes que ir a verla. –los ojos de mi madre se clavaron en mi, y su voz ya no sonaba triste, sino fuerte y acusadora.
Es cierto que cuando yo era un crio conocí junto al rio a una muchacha, de pelo moreno y rizado, era hermosa y su sonrisa era cautivadora, era de carácter afable y divertida, un verdadero terremoto que no paraba quieta, durante varios días ella se acercaba a la misma hora al rio y era como una cita no pactada entre ambos, nos pasábamos horas en el bosque jugando riendo hablando, hasta que un día aparecieron unos guardias y se la llevaron, fue cuando me di cuenta de que era la princesa, que se escapaba para jugar conmigo, pero nunca más la volví a ver.
Mi madre continuaba mirándome con esos ojos que se clavaban en mí con fuerza, a cada segundo más dentro de mí, entonces decidí ir, no sé si lograría alguna cosa, dudo incluso que se acordara de mí, pero estaba claro que alguna cosa tenía que hacer.
-Está bien madre, iré a hablar con la princesa, pero dudo que se acuerde de mí, partiré ahora mismo.
Mi madre solo me miro y hizo un movimiento de aprobación con la cabeza, en ese instante Salí de la casa y me dirigí al camino que llevaba a la capital donde estaba el castillo.
2.
El tiempo estaba empezando a cambiar, en breve se pondría a llover, desde mi casa al castillo no tenia más de cuatro horas andando así que apreté un poco más la marcha y justo cuando empecé a ver las murallas de la ciudad empezó a llover fuertemente.
Me dirigí corriendo a las puertas en las que el tráfico de personas y carretas era constante, el suelo empezó a ponerse embarrado y pesado debido a la lluvia y a las pisadas de la gente y las ruedas de los carromatos, para cuando entre en la ciudad mi ropa estaba llena de barro por las salpicaduras y parecía un mendigo, no es que al ser un granjero vistiera elegantemente, pero al menos no parecía un vagabundo que dormía en un barrizal, pero ahora mismo es lo que cualquier persona pensaría de mi.
En otras circunstancias me abría dirigido al rio y abría lavado mis ropas y a mí mismo y abría pagado una posada para calentarme y secarme, pero no tenía tiempo de eso, tenía que ir ahora mismo al castillo y pedir audiencia con la princesa.
Cuando me acerque a las puertas del castillo unos guardias me cerraron el paso.
-Este no es lugar para mendigar, así que si no quieres terminar en el calabozo date la vuelta ahora mismo y regresa por donde viniste.
-Se confunde, no soy ningún mendigo, soy un granjero siervo de la princesa que solicita audiencia.
El guardia me miro de arriba abajo y soltó una sonora carcajada, su compañero también le acompaño en la burla –Seas mendigo, pordiosero o granjero tanto da, nadie va a recibirte, tienen cosas más importantes que hacer, así que date media vuelta.
Comprendí al instante que no me dejarían pasar, y la verdad no sabía qué hacer, así que me di media vuelta para dirigirme a la posada, cuando me gire escuche como las puertas se abrían detrás de mí y uno de los guardias que antes con tanta burla me hablo cambio el tono de voz.
-Abrid paso a la princesa!!! –cuando me gire vi como hacia una reverencia, y me fije que una hermosa mujer montaba en un caballo blanco como la nieve, estaba rodeada por caballeros con armaduras radiantes y llenas de relieves, dragones, gigantes… era una pequeña pero maravillosa comitiva.
En cuanto vi su pelo negro y rizado y la sonrisa que tenia la reconocí, era como aquella tarde en el rio, no había cambiado en nada, estaban a punto de alcanzarme y no sé porque me puse delante de la comitiva y corte el paso de los caballeros y la princesa, uno de los caballeros se detuvo ante mi…. –Quita de en medio si no quieres que mi caballo te pisotee, estas cortando el paso de la princesa y eso puede costarte muy caro!!!
Estúpido de mi no me quite de en medio y no podía dejar de mirar a la princesa, solo acerté a llamarla –Princesa… no me recuerda?
La princesa al oírme cambio el semblante, parecía curiosa ante mis palabras como si mi voz le sonara de algo pero no dijo nada, solo escuche al caballero.
-Como osas dirigirte a la princesa!!! Lo pagaras muy caro, guardias!!!
En ese momento los guardias de la puerta se abalanzaron contra mí y me tiraron al suelo, uno de ellos me levanto y me aparto del camino –Vas a ir al calabozo por eso, y reza porque no terminen con tu vida.
La comitiva volvió a pasar por mi lado, y cuando la princesa estuvo a mi altura volví a dirigirme a ella –Princesa caradura…. Soy yo…. No me recuerda?
En ese momento la princesa detuvo su caballo, como si esas palabras hubieran logrado paralizarla, su rostro era serio y giro la cabeza y me miro….. Estuvo un rato estudiándome mirándome de arriba abajo, y en ese momento volvió a aflorar una sonrisa en su rostro, la más hermosa de todas las que recordaba de ella. –Es posible que seas tú…. Juan… eres tú? Hace muchos años que no nos veíamos….. Guardias soltadle inmediatamente!!!!
Los guardias tardaron en reaccionar, pero cuando vieron que la princesa desmontaba de su blanco corcel y se dirigía a mi me soltaron y hicieron nuevamente una reverencia tal que a cualquier otra persona se le abría partido la espalda, la princesa se abalanzo sobre mí y me abrazo fuertemente sin importarle que mis ropas estuvieran manchadas de barro. –Hace tantos años que mi padre me prohibió volver a verte!!! Qué alegría que estés nuevamente aquí. –Yo no sabía cómo actuar, toda mi vida pensé que no se acordaría de mí, de aquellas tardes de juventud y juegos en el bosque juntos, de aquel amor de infancia.
-Nadie desde aquel día me volvió a llamar caradura. –Esbozo una sonrisa y me beso en la mejilla.
3.
Después de hablar brevemente caradura ordeno que me llevaran dentro y me dieran ropa y comida, yo estaba todavía incrédulo, no podía imaginar que estaba pasando, hacia ya once años de la última vez que nos vimos, yo siempre la recordé cada uno de mis días, durante mucho tiempo continúe yendo al rio a la misma hora pero nunca apareció.
Después de lavarme, cambiarme de ropa y comer algo me llevaron ante la presencia de la princesa nuevamente.
Ella estaba radiante, tenía un vestido rojo, engalanado con ribetes de oro, su pelo negro y rizado destacaba sobre la diadema que llevaba de diamantes, su nariz grande pero hermosa la hacía inconfundible, su belleza no residía solo en sus rasgos, sino en algo más que irradiaba de dentro de ella.
-Por favor ven, siéntate a la mesa Juan, cuánto tiempo ya… no has cambiado en nada continuas igual de feo y gordo que siempre. –soltó una risa de complicidad.
Yo reí también –Veo que para ti tampoco ha pasado el tiempo princesa caradura, parece que se detuvo el ultimo día que te vi junto al rio.
El día que nos conocimos casi nos peleamos no recuerdo el porqué, ella me llamo feo y gordo y yo la llame caradura y desde ese momento siempre nos llamábamos así, yo era el feo y gordo Juan y ella Nieves la caradura, era nuestra forma cariñosa y particular de llamarnos.
-Cuéntame Juan que te a traído al castillo después de tanto tiempo, yo no pude volver a verte ya sabes mi padre me lo prohibió. –lo dijo con voz triste. –Lo sé princesa caradura, y nunca me olvide de ti, pensé que no volvería a verte, y bueno…. Venía a pedirte un favor, tus guardias esta maña se llevaron a mi hermano para reclutarlo….
-Vaya, claro no dudes que lo dejaremos ir a casa, pero que no se entere nadie sino todo el mundo me pediría lo mismo, luego dile al alguacil su nombre y mañana estará en casa.
Continuamos hablando durante horas, recordando viejas anécdotas, hablando del pasado y del presente, de cuando su padre murió y ella subió al trono, de las guerras con su tío por la herencia de su padre, cuando llegamos a este punto la princesa caradura no pudo aguantar las lagrimas.
-Tranquila caradura no llores, si en alguna cosa puedo ayudarte…. –No me atreví a abrazarla después de tanto tiempo….
-No, no puedes ayudarme aunque…. Igual si que puedes, quiero que me acompañes a un sitio ven. –Ella se levanto y me cogió de la mano, salió  corriendo por el pasillo y yo detrás de ella a remolque.
Empezamos a subir unas escaleras en forma de caracol que no parecían tener fin, cuando llegamos arriba del todo ella abrió de golpe una puerta y ante mi apareció una habitación llena de frascos, y estanterías repletas de libros, en un pequeño rincón oscuro de la habitación se encontraba un hombre de edad avanzada, con una enorme barba gris que por poco le llegaba al suelo.
-Majestad, que prisas son esas, en que puedo ayudarla?
-Mago Bran traigo a una persona que igual puede ayudarnos, se acuerda de lo que hablamos el otro día? –la dijo aceleradamente, como invadida por la emoción.
-Si claro que si majestad claro que recuerdo, pero, será posible que este hombre sea el que buscamos? .el Mago me miro directamente, y nuevamente me miro de arriba abajo ese día me había sentido más observado que en ningún otro día de mi vida.
-Si, estoy convencida, es el.
Yo permanecí quieto en la puerta, no sabía de que estaban hablando pero estaba claro que se referían a mí, no sabía si alegrarme o no, si quedarme quieto o salir corriendo, la verdad estaba paralizado.
En ese instante Bran al verme y darse cuenta de la situación me explico lo que ocurría.
-La princesa ha sido hechizada, le queda poco tiempo de vida, su tío contrato a una bruja para que hiciera una poción para terminar con ella, el encantamiento solo puede romperse por un amor puro y verdadero sin maldad sin esperar nada a cambio, un amor de juventud.
-Pero…. –intente hablar pero la princesa caradura me corto. –Juan, tu y yo teníamos algo hermoso, sabíamos que no podríamos tenernos, pero nos negábamos a dejar de vernos, yo te quería mucho y sé que tu a mi también, aunque igual estoy confundida…. –Cuando me dijo esas palabras no se atrevió a mirarme a los ojos, tenía la cabeza agachada como mirándose el cuello del vestido.
-Claro que no te confundes, claro que te quise y te quiero, nunca me olvide de ti, pero… como podría yo ayudar?
En ese instante el mago Bran habló nuevamente –Tienes que acompañar a la princesa al bosque encantado que se encuentra detrás de las montañas, solo podréis ir los dos, y tenéis que encontrar el manantial del recuerdo, si ambos os amasteis puramente entonces el hechizo se romperá al beber de sus aguas, aunque claro… tiene un precio. –callo en ese punto, como esperando que alguien le preguntara el precio.
-Sea lo que sea mago, estoy dispuesto a hacerlo y pagar ese precio, no dejare que la princesa caradura sufra, solo dime cuando y partiré inmediatamente.
Caradura empezó a llorar se abalanzo nuevamente sobre mí y me beso.
Esa misma noche iniciamos los preparativos para partir hacia el bosque encantado, una comitiva de caballeros y guardias nos acompañaron durante el viaje hasta que llegamos a la mañana siguiente a la entrada del bosque, en ese momento la princesa caradura y yo el feo y gordo amigo nos adentramos en el bosque.
4.
Hacía mucho tiempo que nadie entraba en este bosque, hace mucho tiempo una partida de caza decidió adentrarse al perseguir a un jabalí y solo volvió un superviviente, enloquecido por lo que vio, que al poco tiempo se quito la vida, desde ese momento nadie más se atrevió a atravesar el bosque.
El camino que habíamos cogido al poco tiempo se dividió en dos y nos encontramos en un cruce no sabíamos si ir por el de la izquierda o por el de la derecha, a ambos lados del camino los arboles y la vegetación los rodeaban todo y apenas pasaba la luz del sol, así que parecía que estábamos en la penumbra.
-Bueno Nieves, tu dirás…. Izquierda o derecha.
Ella me miro dubitativa. –Sabes que siempre me costó tomar ciertas decisiones y estas de izquierda o derecha es una de ellas Tontolino. –Me miro y vio como me reía al escuchar lo de tontolino, otro de los muchos motes que me dedicaba.
-Está bien, dejemos que la suerte actué, tirare una moneda al aire, si sale cara iremos por la derecha, si sale cruz iremos por la izquierda. –Y si cae de canto? –me interrumpió ella burlonamente soltando una carcajada, ambos nos reímos.
Me baje del caballo y tire la moneda al aire pareció una eternidad lo que tardo en caer, al agacharme a recogerla vi el resultado. –Salió cruz, a la izquierda. –Monte nuevamente en el caballo y nos dirigimos hacia el camino de la izquierda.
Estábamos hablando de nuestras cosas, cuando comprobamos que poco a poco el camino se estrechaba, ya casi no podíamos cabalgar el uno al lado del otro, así que ella se puso detrás de mí, y continuamos el camino.
Los sonidos que salían de entre la maleza eran extraños, yo estaba acostumbrado al campo porque vivía de él, pero jamás había escuchado esos ruidos, no sé qué tipo de animales serian pero yo no los conocía, a medida que avanzábamos el camino se estrechaba mas y mas, pero no solo eso, sino que los arboles que se encontraban a nuestro alrededor se iban estrechando también, las ramas de los arboles de la izquierda casi tocaban las ramas de los de la derecha y poco a poco formaban una cúpula hasta que llego un punto en el que ya no se distinguía si las ramas eran de un árbol o de otro, y no podíamos continuar montados a caballo.
-Creo que tendremos que avanzar a pie caradura. –le dije con tono de preocupación.
-Si, eso parece, pero es extraño, además Juan, no llevas tiempo sintiendo como que alguien o algo nos está observando?  -La verdad es que si llevaba tiempo notándolo, y estaba atento a cualquier movimiento extraño, pero no quise decirle nada para no preocuparla, pero veo que ella también se dio cuenta.
-Amarremos los caballos aquí, y esperemos poder encontrarlos luego al regreso.
Nos bajamos de los caballos, y los atamos fuertemente al tronco de un árbol, entonces nos adentramos en ese pasillo estrello de troncos y ramas que no dejaban más opción que la de continuar avanzando.
Llevábamos unos diez minutos dentro de ese túnel extraño, cuando escuchamos un ruido detrás de nosotros, yo me gire sobresaltado y lo que vi me dejo perplejo, detrás de nosotros se había cerrado completamente el camino, por donde antes habíamos pasado ahora solo se veía un muro de ramas imposible de atravesar, me acerque y saque mi espada y intente cortar las ramas pero no les hice nada, era más parecido a un muro de piedra.
-Juan que pasa??  Que está ocurriendo. –Nieves estaba sobresaltada como yo, no se atrevía a moverse y me miraba inquietamente.
-No sé lo que pasa, pero no nos queda otra opción que continuar el camino. –No podía darle una explicación, porque no tenía ninguna coherente que darle, así que me acerque a ella, la cogí de la mano la di un beso en la mejilla y continuamos el camino, pero aumentando un poco más el ritmo al caminar.
Al cabo de unos metros otra vez el ruido resonó detrás de nosotros, esta vez al girarme vi que el camino se estaba cerrando nuevamente, pero esta vez parecía vivo, no paraba quieto y avanzaba apresuradamente hacia donde nos encontrábamos, como si los arboles quisieran devorarnos. –Corre!!!!!! –solo acerté a decir eso cuando empecé a correr sujetando con fuerza la mano de la princesa caradura, no sé ni cómo no la tire, pero ella seguía corriendo a mi lado.
Cada vez estaban más cerca de nosotros yo ya casi no podía continuar, mis piernas me dolían el aliento me faltaba, en ese instante la princesa al darse cuenta me animo. –Vamos Juan, tu puedes continuar, vamos gordo no pares!! –Era cierto lo de mi peso pero al notar los ánimos de ella y la forma cariñosa de decírmelo saque fuerzas de donde no tenia y continúe corriendo como alma que llevaba el diablo, cuando ya creí que todo estaba perdido note como si debajo de nosotros la tierra se abriese, y en ese mismo momento caímos al vacio.
La caída me pareció eterna, intente no soltar a caradura, mire abajo y no vi nada, todo estaba negro no veía el fondo, pensé que todo había terminado, en ese momento mire a los ojos a caradura, y ella me miro a mi y ambos sin decirnos nada solamente mirándonos nos dijimos mil cosas hermosas, yo la apreté más fuerte la mano, sonreímos y cerramos los ojos.
5.
Abrí los ojos y intente incorporarme pero me dolía todo el cuerpo, no sabía dónde estaba, pero una hoguera calentaba mi cuerpo y el resplandor del fuego tenía un efecto calmante sobre mí, no estaba nervioso, al cabo de un rato  me pude incorporar y vi a Nieves tumbada junto a mi dormida, recordé que el menor ruido la despertaba, eso me conto una vez, así que me levante procurando no hacer ningún tipo de ruido, estábamos en una cueva, no sé como habíamos llegado aquí, yo creía que habríamos muerto en la caída.
-Buenos días bello durmiente. –Una voz dulce y clara me saludaba, mire en la dirección de donde provenía la voz, pero no vi a nadie. –Me alegra que te hayas despertado ya, ven acércate a comer alguna cosa, la princesa todavía descansara un poco más.
Me acerque hacia el lugar desde el que provenía la voz, y entonces la vi, una mujer preciosa, seria de mediana edad, pero su piel blanca no tenía ninguna arruga, sus ojos eran azules claros y su pelo era dorado como el oro más puro que jamás haya visto cualquier hombre, estaba vestida con un vestido blanco que casi dejaba vislumbrar sus curvas, estaba convencido que ante la luz se podría ver sin problema lo que escondía ese vestido debajo del.
-Quien… quien eres tú? –Era incapaz de levantar la voz, era como si estuviera hipnotizado por aquella mujer que tenía delante de mí, de su voz, de sus rasgos, de su cuerpo.
-Soy  la Guardiana del mayor tesoro que este bosque esconde, algunos me llaman Deseo, otros me llaman Sueño, pero tú puedes llamarme como quieras, en realidad soy solo lo que tú quieres que sea. –Al terminar de hablar se acerco a mí y me entrego un cuenco que contenía agua clara de la que bebí.
-Pero eso no es posible, todo el mundo tiene un nombre, y que significa eso de que tu eres solo lo que yo deseo? –volví a beber un poco más del cuenco de agua clara.
-En realidad, yo no tengo cuerpo, ni tengo nombre, no soy nacida de nadie simplemente soy parte del bosque, tú me ves así porque quieres que sea así, pero cualquier otra criatura me vera de otra forma, pero no le des más vueltas, dime, que buscáis aquí, porque os adentrasteis en mi casa.
Le conté la historia que el mago Bran me conto en el castillo, que buscábamos el manantial del recuerdo y que si no lo encontrábamos la princesa moriría.
Ella me escucho atentamente cada una de mis palabras sin dejar de esbozar una sonrisa.
-Veo que superasteis la primera prueba, así que puede que funcione.  –La primera prueba? A que te refieres? –No sabía a qué se refería, estaba perplejo
Ella soltó una dulce carcajada. –Veras, la primera prueba consistía en  seguir a ciegas a la persona que amas, a no dejar atrás a la otra persona, cuando tus fuerzas flaquearon, la princesa te animo a que no te rindieras, ella continuo a tu lado, podría haberte soltado y salvarse ella, pero no lo hizo, y cuando caísteis al vacio al darte cuenta de que podía ser vuestro fin tú la agarraste fuertemente a ella y con la mirada os dijisteis lo que sentíais, por eso estáis aquí y no muertos.
Entonces empecé a comprender, las palabras del mago un amor puro de juventud, así que estaban poniendo a prueba nuestros sentimientos, si era real o no lo era.
-Entonces, si hemos superado la prueba, ya podemos beber del agua del manantial? –yo estaba más animado por las palabras de ella.
-Bueno, como te he dicho esa era la primera prueba, os queda una más por superar.
-Y en qué consiste, que tenemos que hacer? –La mire a los ojos, y nuevamente quede prendado de esa belleza que irradiaba. –Lo sabrás a su debido tiempo, no te preocupes, ahora ve junto a Nieves, la princesa se está despertando. –En ese momento gire la cabeza y vi como caradura se empezaba a incorporar, cuando volví a mirar a la extraña mujer ya había desaparecido, solo estaba yo y el cuenco con agua, entonces me acerce a caradura la ayude a incorporarse y la di de beber. –Que.. Que ha pasado.. Estamos… estamos…. –No podía casi articular palabra. –Estamos vivos princesa, vivos, descansa un poco, tomate tu tiempo.
Mientras ella se incorporaba y recuperaba fuerzas, le conté el extraño encuentro con la mujer misteriosa, ella me escuchaba atentamente, y se sonrojo cuando le conté la parte de cuando me animo y cuando nos miramos al caer del vacío.
-Y en qué consiste la última prueba? Que tenemos que hacer ahora? –Se notaba que ella ya había recuperado casi todas las fuerzas, su voz volvía a tener la misma energía de siempre.
-No lo sé, no me lo ha dicho, pero supongo que pronto lo averiguaremos, salgamos de esta cueva, nos vendrá bien un poco de aire.
Nos dirigimos a la salida de la cueva, al llegar la luz del sol nos cegaba, esa parte del bosque era muy luminosa, las copas de los arboles no tapaban los rayos del sol, y la luz inundaba todo a cada paso.
6.
Cuando volvimos al camino al salir de la cueva todo parecía distinto a cuando entramos, los arboles, los sonidos, incluso el propio camino, parecían radicalmente distintos a lo visto en el otro tramo del camino.
Avanzamos unos metros más cuando vimos una cabaña a lo lejos, parecía habitada porque de la chimenea salía humo, unos caballos estaban en una especie de cerca pero…. No podía ser, eran nuestros caballos, los que dejamos atados al árbol, como era posible.
Sin decirnos nada nos acercamos hasta la casa, y entonces es cuando realmente nos dimos cuenta de que efectivamente eran nuestros caballos, parecían recién cepillados, comían hierva ajenos a todo, parecían felices, cuando estaba a punto de abrir la puerta de la cerca alguien salió de la casa.
-Deja los caballos no te pertenecen, son míos. –De la casa asomo un pequeño gnomo barbudo que se dirigía a mí rápidamente.
-No son tuyos, los dejamos nosotros atados a un árbol para buscarlos después. –Le dije yo amenazadoramente.  –Pues si los abandonasteis entonces me pertenecen, y no hay más que discutir!! -El gnomo ya estaba a mi altura, bueno… es un decir no me llegaba casi a la cintura en ese momento hablo Nieves.
-Calma, vamos a tranquilizarnos, veo que cuidaste bien de ellos, y es posible que pensaras que estaban abandonados, pero no es así, el camino no nos permitía llevarlos con nosotros y los tuvimos que…. –En ese momento el gnomo la interrumpí. –Tonterías!!! Todo el mundo dice lo mismo, estos caballos son míos porque me los encontré, los e lavado, los e alimentado, y ahora me pertenecen y no tengo nada más que hablar.
No sé cómo pero la voz del gnomo hablando así a caradura hizo que mi sangre hirviera, y agarre por el traje al gnomo y lo levante hasta tenerlo cara a cara, el gnomo no dejaba de patalear y pedir que lo soltara o me arrepentiría. –Ahora mismo vas a darnos esos caballos o si no….. –Nuevamente me interrumpió. –O si no que?
-O si no nada!!! –Dijo encolerizada Nieves, suéltalo ahora mismo,  y dime gnomo que es lo que quieres a cambio de los caballos.
El gnomo ya en el suelo se acerco a la princesa, y la hizo una reverencia. –Muchas gracias hermosa dama por su ayuda.
-Llevamos un día muy extraño gnomo, no me des las gracias por nada, solo dime qué quieres a cambio de los caballos. –La voz de la princesa sonaba contundente y dura pero sin ser amenazadora.
-Nieves, déjame que de su merecido a este enano!!! –Yo continuaba alterado, en ese momento el gnomo me miro, y mascullo unas palabras que no logre descifrar, pero yo Salí disparado y me golpee contra un árbol que estaba a mis espaldas.
-No te confundas conmigo humano, aunque me veas así de pequeño puede que sea más grande de lo que parezco. –Soltó una sonora carcajada.
Resulta que era un hechicero, lo que nos faltaba por hoy, el gnomo se volvió a dirigir a la princesa. –Está bien, pero solo os podre dar un caballo, y solo uno de vosotros podrá abandonar el bosque montado a caballo, el otro tendrá que quedarse aquí hasta que encuentre otro caballo.
-Eso es una locura!! Entonces nos iremos andando. –La princesa ahora si parecía ofendida.
El gnomo empezó a reírse a carcajadas. –Es imposible abandonar este bosque sin ir a caballo, antes de que os dierais cuenta los animales del bosque acabarían con vosotros, muchos lo intentaron y mira donde terminaron. –En ese momento el gnomo señalo a un pozo que se encontraba detrás de el.
Me acerque al pozo y lo que vi me hizo horrorizar, el pozo estaba lleno de huesos.
-Eso que dices…. No es posible, los animales del bosque no te atacan así como así, llevo toda mi vida viviendo en el bosque y nunca me paso nada!!! –Yo estaba horrorizado pero nuevamente encolerizado.
-Si, pero recuerda que estas en el bosque encantado, aquí nada es como en otros lugares, aquí no tenemos ardillas que amenizan una tarde de merienda, aquí tenemos lobos enormes a los que les encanta la carne humana, solo con la velocidad de un caballo podríais escapar de ellos.
Al mirar al gnomo vi que no estaba mintiendo, no sé porque pero sentí que tenía razón, mire al camino y vi que no tenia fin, ir andando sería una locura, esos ruidos que llevábamos escuchando durante tanto tiempo…… -Esta bien, quiero el caballo blanco, princesa sal de aquí yo me las arreglare.
-Tu estás loco tontolino, no pienso irme de aquí sin ti. –Nieves me miro fijamente con cara de enfado. –Princesa, no me seas testaruda como siempre!!! No sé porque pero creo al gnomo y de aquí no saldremos andando, así que haz el favor de coger el caballo y continuar tu el camino. –No solía enfadarme, pero esta vez lo estaba, esta testaruda siempre haciendo lo que quería.
-Si no hemos bebido del manantial a mi me queda poco de vida así que es tontería que yo me salve, no discutas y coge ahora mismo el caballo y sal de aquí, te lo ordeno soy tu princesa!!.
El gnomo parecía que se estaba divirtiendo con la discusión y en ese momento nos corto.
-Por si no lo sabéis ya a veis bebido del agua del manantial, el cuenco con agua que os dio la reina del bosque era agua de su manantial, y ahora mismo acabáis de activar sus poderes al a ver demostrado que os amáis sacrificándoos el uno por el otro.
-Entonces… entonces hemos superado la última prueba? Ya no estoy hechizada? –Dijo con voz rasgada  la princesa a punto de llorar
-Exactamente, acabáis de superar la última prueba pero… -En ese momento interrumpí al gnomo. –Entonces podemos irnos los dos? Podemos salir de aquí?
-No, lo siento, es lo que quería deciros, esto tiene un precio, las aguas del recuerdo no son gratis. –Ahora recordé lo que nos dijo Bran el mago, tenía un precio… pero no le deje decirme que precio era aquel, me anime a preguntar medio asustado. –Y… qué precio tenemos que pagar?
El gnomo me miro fijamente, su voz cambio y ahora parecía apenado. –El precio es el Olvido, os olvidareis el uno del otro, la mayor prueba de amor, el sacrificar ese amor por el bien de la otra persona, acabas de salvarla la vida, pero a la vez la perdiste, el precio es el olvido.
Nos quedamos mudos la caradura y yo, nos miramos a los ojos y en ese momento notamos como algo dentro de nosotros ocurría, me ardía todo el cuerpo y solo salieron dos palabras de mi boca. –Caradura te quiero. –Ella que notaba lo mismo, tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas y también solo pudo decirme una cosa. –Yo a ti también mi tontolino feo y gordo.
En cuanto ella termino esa frase note como si alguien me golpeara y caí al suelo inconsciente, al despertarme aparecí aquí en lo alto de la colina con un dolor de cabeza tremendo, intentaba recordar que había ocurrido, pero no lograba más que vislumbrar pequeños destellos de situaciones que no sabía si había vivido o eran producto de mi imaginación.
Cuando ya oscureció escuche un caballo que se aproximaba a lo alto de la colina donde yo estaba ya casi durmiéndome bajo el manto del cielo estrellado.
-Perdona, es que ando perdida, me podrías indicar el camino a la ciudad? Tengo que llegar al castillo.
Me incorpore, y ante mi vi a la mujer más hermosa que jamás había visto en mi vida, era morena, con el pelo rizado, con una sonrisa capaz de hacer palpitar cualquier corazón.
-Claro, veras si quieres te puedo acompañar, voy en esa dirección.
-Claro, me encantaría que me acompañaras, me llamo Nieves.
-Yo me llamo Juan, encantado, vamos, no tardaremos en llegar.
Tal vez el precio era el olvido, pero el olvido de un amor imposible, ahora nos hemos vuelto a conocer, no sé que pasara o que no pasara, esa es otra historia.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Historia de Isaac parte 10


XL
Marta llevaba horas sentada y atada en esa silla, las muñecas le dolían tremendamente, se fijo en que estaban comenzando a ponerse moradas. No quería suplicar pero el dolor comenzaba a ser insoportable.
-Javi… -dijo apesadumbrada.
-No me llames Javi, soy Yemyra, ¿Qué quieres?
-Javi… me duelen mucho las muñecas, ¿podrías aflojarme las cuerdas un poco? –no levantó la vista del suelo al hablar con él.
Yemyra se acercó a Marta y cortó las cuerdas de los pies y de las manos con una navaja, hizo un gesto a un hombre armado que estaba con ellos y este cogió bruscamente a Marta y la llevó a una pequeña habitación que se encontraba en el recinto y la encerró cerrando la puerta tras de sí con llave.
Marta estaba agarrotada después de tantas horas en la misma postura, y decidió dar vueltas alrededor de la habitación para intentar volver a poner su cuerpo en orden, después de tres vueltas comenzaba a sentirse mejor y el riego sanguíneo volvió a fluir correctamente. Cuando se disponía a comenzar la quinta vuelta escuchó como Yemyra hablaba por teléfono y pegó la oreja a la puerta para intentar escuchar mejor lo que decían.
-Antoine tranquilo, ¿Qué ocurrió? –Yemyra estaba algo intranquilo.
-Estoy herido en una pierna, pero no es nada grave, no te preocupes. –dijo Antoine.
-¿Cumpliste con tu tarea? ¿Está muerto? –preguntó ansioso.
-Darid se tragara la historia, herí a Isaac en un brazo y mate al otro hombre, así que no creo que sospeche nada y se creerá todo lo que Isaac le cuente, -dijo arrogantemente.
-Muy buen trabajo Antoine, Isaac se pondrá en contacto con nosotros para indicarnos donde están, ve a que te curen esa herida y cuando tengas noticias llámame, -Yemyra estaba exultante.
Marta al escuchar la palabra muerto y buen trabajo temió lo peor, no sabía de quien hablaban si de Alejandro o de Isaac, pero el dolor y la pena comenzaron a invadirla y empezó a llorar desconsoladamente, se sentó en un rincón de espaldas a la pared y estuvo llorando durante mucho tiempo hasta que escuchó como alguien abría la puerta.
-Bueno Marta, si todo sale bien pronto terminara el calvario, -dijo Yemyra al que se le veía feliz.
Marta se levantó y se lanzó contra él, le golpeaba en el pecho con todas sus fuerzas pero sin mucha eficacia, uno de esos golpes logro impactar en el rostro de Yemyra haciéndole una herida por la que sangraba levemente.
-¡Maldita seas!, -dijo mientras la pegaba un puñetazo en la mandíbula haciéndola caer al suelo.
Marta intentó levantarse pero la vista se le nublo y perdió el sentido, quedó inconsciente tumbada en el suelo mientras Yemyra salía de la habitación cerrando nuevamente la puerta con llave.
XLI
Darid cogió del botiquín un bote de alcohol y unas vendas, se dirigió a la cocina donde estaba Isaac sentado en una silla sin camisa y sujetando el pañuelo en la herida que ya casi había dejado de sangrar.
-Esto te dolerá un poco… -dijo mientras vertía un poco de alcohol en la herida.
-¡Joder, quema! –grito Isaac apartando la mano de Darid de un manotazo.
Darid limpió bien la herida y la vendó, no era la primera herida de bala que veía.
-Es un rasguño, te pondrás bien enseguida, -dijo mientras daba una última vuelta al vendaje.
-¿Quién eres? –pregunto Isaac mientras cogía un cigarro del paquete de tabaco que estaba encima de la mesa.
-El inspector de policía Darid…
-A estas alturas no me vengas con chorradas, no estamos ya para mas jeroglíficos ni tonterías de misterios y leyendas, ¿Quién coño eres? –volvió a preguntar inquisitivamente.
Darid se levantó y se dirigió a la nevera, la abrió y saco dos cervezas, le dio una a Isaac y se sentó junto a él cogiendo también un cigarro y encendiéndolo.
-Mi familia tenía un juramente con la hermandad de Bastet, éramos los encargados de proteger la llave y la clave desde hace siglos…
-¿Enserio me estáis diciendo que esto tiene algo que ver con dioses, diosas y tiempos antiguos?, me cuesta muchísimo creerlo, -le interrumpió Isaac.
-Tú mismo lo estás viendo, yo no creo demasiado en esas cosas tampoco, pero está claro que alguien si, y está matando por lograr todo esto, mi trabajo era encontrar la llave y la encontré, fue por casualidad gracias a James pero la encontré. Pero todo se enredo de una forma increíble, y ahora está en juego la vida de mucha gente, yo no sé que abra dentro de ese templo, pero si alguien esta tan dispuesto a matar por lo que está dentro de ella mi trabajo es evitarlo.
-No sé qué es lo que abra dentro de ese templo, no sé si al abrirlo saldrá el Dios Osiris o simplemente no abra nada, solo quiero terminar con todo esto y salir de este país, -dijo Isaac.
-Llevan siglos detrás de esto, así que se esconda lo que se esconda detrás de esas puertas será mejor no despertarlo, cientos de personas han muerto a lo largo de la historia y creo que va siendo hora de terminar con todo esto, -aseveró Darid.
-Yo solo quiero vengarme de Javi por matar a James y sobre todo por secuestrar a Marta.
-Ahora se llama Yemyra, es el nombre que adopto al lograr el poder en la orden oscura, -le matizo Darid.
-Me da igual como se llame, para mi es hombre muerto, -dijo tajantemente Isaac.
Estuvieron horas hablando y cavilando como terminar con Yemyra y su organización, estaba claro que para terminar con ellos tendrían que cortar las cabezas visibles y el resto se evaporaría como el agua al hervir, tenían que matar a Antoine y a Yemyra.
-Voy al servicio, -dijo Isaac levantándose de la mesa.
-Yo hare un par de llamadas para localizar donde se esconde Yemyra.
Isaac se dirigió al cuarto de baño, cuando se encerró con pestillo sacó un teléfono móvil y llamo a Yemyra.
-Isaac, estaba esperando tu llamada.
-Maldito cerdo, me disparaste y mataste a Alejandro, -dijo Isaac intentando no levantar la voz para que no le escuchara Darid.
-Era necesario hacerlo para que no sospecharan de ti, pero lo más importante es que Marta está bien, mientras tú no nos engañes, ¿tienes la clave encima?
-Muy pronto la tendré, mañana iremos al templo de Osiris, y como toques un pelo a Marta date por muerto, -el tono amenazador de Isaac indicaba que era capaz de cumplir con su amenaza.
-No te preocupes por Marta, tráeme la clave, aquí te esperare e Isaac… -hizo una pausa, -no olvides que tienes que terminar con la vida de Darid.
-No lo olvido… -la voz amenazadora se convirtió ahora en aflicción.
Cuando salió del baño Isaac tenía la cara descompuesta, no le gustaba lo que tenía que hacer, pero no le quedaba más remedio, se dirigió a la cocina y vio a Darid sonriente.
-Les hemos localizado, mañana partimos pronto.
-¿Llevas la clave encima? –pregunto Isaac.
-Aquí la tengo, ¿Por qué? –preguntó Darid con cierta curiosidad.
-Por nada Darid, acuérdate de todo lo que hablamos.
Ambos hombres después de tomar un par de cervezas más se marcharon a dormir.
XLII
Al día siguiente se despertaron muy pronto, después de vestirse y prepararse Darid dio una pistola a Isaac.
-Después de lo de ayer, es mejor que la lleves encima, -dijo Darid ofreciéndole una beretta.
Isaac cogió la pistola y la observó un instante antes de guardarla.
-¿Sabes cómo se usa? –pregunto Darid.
-Sí, alguna vez dispare una pistola parecida a esta en un campo de tiro.
-Pues vámonos entonces.
Salieron de la casa en dirección al coche de Darid, Isaac estaba nervioso, pensaba que todo terminaría pronto y que vería a Marta en unas horas, antes de montarse en el coche miró a su alrededor por si veía a Antoine, pero nadie les seguía.
-¿Está todo bien? –pregunto Darid.
-Creo que sí, miraba a ver si nos seguía alguien, -dijo mientras entraba en el coche.
Arrancaron y se dirigieron a la autopista para ir hasta la población donde tomarían el desvió para adentrarse en el desierto, tenían unas cuantas horas hasta llegar. Después de tres horas de conducir Darid entró en un área de servicio para repostar y poder estirar un poco las piernas, Isaac se dirigió al servicio de la cafetería de la estación de servicio, cuando entró al baño un hombre se acercó a él y le dio un pequeño sobre.
Cuando estaba encerrado en el baño abrió el sobre y sacó una nota que había en su interior.
Isaac, si Darid tiene la clave encima aprovecha ahora y acaba con él, cuando lo hagas un coche estará esperándote para que me traigas la clave”
Después de leerla la rompió y la tiro a la taza del baño pulsando la cisterna, los pedacitos desaparecieron al momento, Isaac cogió aire y salió del baño, vio a Darid en la barra de la cafetería tomando un café.
-Cuando quieras podemos irnos, -le dijo Isaac nervioso.
Darid le miró fijamente, intuía que algo pasaba.
-¿Qué te ocurre Isaac?, te noto muy nervioso.
-Estoy preocupado por Marta solamente es eso, tengo ganas de llegar ya.
-Muy bien, pues vámonos, -dijo mientras dejaba un billete sobre la barra y se levantaba.
Cuando salieron de la cafetería Darid se fijo en un coche que estaba aparcado cerca del suyo con el motor en marcha, se empezó a inquietar, algo no le terminaba de gustar, se giro para hablar con Isaac y le vio detrás del con la Beretta en la mano apuntándole.
-Isaac… -Darid le miraba a los ojos
-Lo siento mucho, es o tu o Marta, -Isaac estaba nervioso la mano le temblaba.
-No quieres hacer esto, seguro que encontramos una solución, cálmate, -el tono de Darid era conciliador.
-¡No tengo más remedio! –gritó Isaac desesperado.
Darid se acercaba lentamente, casi imperceptiblemente.
-Tranquilo, hablemos de esto, podemos ayudar a Marta sin que hagas esto…
-Lo siento mucho, -dijo Isaac mientras apretaba el gatillo.
Darid se llevó las manos al estomago, acababa de recibir un disparo a quemarropa y la sangre salía a borbotones, el dolor era intenso, miró a Isaac antes de caer de rodillas delante de él.
-Lo lamento Darid, de verdad, -dijo apesadumbrado.
Darid no podía articular palabra, se agarro a la pierna de Isaac para no perder el equilibrio, pero no aguantó mucho más y cayó al suelo, Isaac le registro y saco una hoja donde había unos extraños símbolos escritos, se lo guardó en el bolsillo del pantalón.
Del coche salió un hombre que se acerco a Isaac, le hizo un gesto y este corrió rápidamente al vehículo, montaron y salieron de la estación de servicio apresuradamente, Darid yacía en el rellano de las escaleras en medio de un charco de sangre.
En otro extremo del aparcamiento se encontraba Antoine en otro coche, al ver la escena sacó su teléfono y realizó una llamada.
-Yemyra, Isaac ha cumplido, acaba de matar a Darid.
-Bien, ven aquí y en cuanto llegue Isaac mátalo.
Antoine guardó el teléfono y siguió al otro vehículo a una prudencial distancia.
XLIII
Marta continuaba sentada contra la pared de la fría habitación, se sentía mal por desear que el muerto fuera Alejandro y no Isaac, se sentía culpable por desear eso, odiaba a Yemyra y quería asesinarlo. Le daba vueltas a la cabeza pensando en cómo vengarse, sabía que solamente eran sueños producidos por la rabia y el odio porque en su situación no veía ninguna posibilidad de llevar a cabo sus deseos.
-Hora de comer, -dijeron desde el otro lado de la puerta.
-No me apetece comer nada.
Abrieron la puerta y entró un hombre con una bandeja y la depositó en el suelo junto a la entrada.
-Me importa muy poco lo que quieras, -dijo mientras se reía el hombre que le llevó la comida.
Cuando salió y cerró nuevamente la puerta Marta se acercó a la bandeja de comida, había un plato con algo de carne, supuestamente era cordero, cogió los cubiertos y se fijó en el cuchillo, no parecía muy afilado pero se quedo mirándolo y entonces nuevamente su mente se pasó a trabajar.
Se guardó el cuchillo en el bolsillo trasero de su pantalón y se volvió a sentar en el rincón, esta vez estaba más tranquila, ya había perdido casi toda esperanza así que le daba lo mismo cualquier cosa que sucediera. Después de pensarlo un rato se decidió a dar el paso, se acercó a la puerta y la golpeó para llamar la atención del hombre que la había llevado la comida.
-¿Qué ocurre, porque no paras de dar golpes?, -dijo el hombre visiblemente enfadado.
Marta no contestó solamente golpeaba la puerta una y otra vez esperando sacar de sus casillas al carcelero y que entrase.
-Maldita seas, ¡deja de golpear la puerta de una vez!
Marta continuó dando golpes hasta que escuchó como abrían la cerradura torpemente desde el otro lado, sacó el cuchillo y se lo colocó escondido entre la manga de la camiseta y la palma de la mano.
-¿Qué es lo que querías maldita idiota?, -dijo el carcelero mientras abría la puerta de un golpe.
Marta estaba quieta delante de él, mirándolo fijamente, el hombre la observaba con una mezcla de enfado y curiosidad. Marta solamente señalo al suelo con su mano y el guardia miró hacia donde le señalaba, Marta vio nítidamente el cuello al girar el guardia la cabeza y aprovechó para lanzarse sobre él y de un rápido movimiento le clavó el cuchillo en el cuello. El hombre se llevó la mano a la zona donde tenía clavado el cuchillo, cogió la empuñadura y se lo sacó produciendo que saliera un chorro de sangre de la herida, se intentó taponar la herida pero era imposible, la sangre salía a borbotones, el cuchillo se le había hundido en una arteria carótida, Marta se retiró del hombre asustada llevándose las manos al rostro sin querer mirar, el hombre estaba condenado, notó como la vista se le volvía borrosa y al de unos pocos segundos cayó al suelo muerto sin que dejara de brotar sangre de su cuello.
Marta no se atrevía a mirarlo, acababa de matar a un hombre y esa sensación le repugnaba, pero sabía que no le había quedado más remedio, era él o ella, sin mirar casi el cadáver le registró y le quitó una pistola que el hombre tenía en una cartuchera, se asomó a la habitación contigua a la de la celda y al comprobar que no había nadie salió cerrando la puerta tras de ella y dejando el cadáver del guardia donde antes ella había estado encerrada.
-Javi… te toca, -dijo Marta mientras salía de la habitación.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Historia de Isaac parte 9


XXXIV
Darid vivía en un pequeño piso, se encontraba en un edificio de gente humilde en un barrio de trabajadores de Rabat.
Acababa de despertarse, las pocas horas de sueño casi no le habían servido de descansó. Se encontraba en la cama mirando los papeles que recogió de la casa de Yemyra, no comprendía los símbolos que estaban dibujados en las hojas, pero estaba claro que tenía algo casi más importante que la llave de Anubis en su poder.
No sabía donde escondería los documentos, no estaba seguro de que el llevarlos encima fuera lo más adecuado, y guardarlos en una caja fuerte de un banco era incluso menos seguro teniendo en cuenta las influencias de la Orden oscura.
Se levantó y se dirigió hacia la mesa de trabajo, antes pasó por la cocina y cogió una cerveza fría, cuando se sentó para escribir una carta recibió una llamada en su teléfono móvil, tardó en contestar, no se fiaba de quien podría ser.
-¿Dígame? –dijo cautelosamente.
-¿Inspector Darid? –por la voz parecía occidental.
-El mismo, ¿Quién eres?
-Me llamo Alejandro, tengo que verle urgentemente… -hizo una pausa para tomar aire, estaba nervioso, -es sobre Marta la novia de Isaac, ha sido secuestrada.
-¿La novia de Isaac? –Darid no daba crédito a lo que escuchaba, -¿Cómo narices conoces mi número de teléfono?
-Es una larga historia, digamos que accedí a ciertos mensajes de texto que recibiste, y no sabía a quién acudir, soy amigo de Marta y vinimos para buscar a Isaac, habíamos quedado aquí con Javi…
-¿Con Javi dices? –Darid al escuchar ese nombre le interrumpió.
-¿Conoces a Javi? –pregunto Alejandro.
-Por desgracia si, y dices que a secuestrado a la novia de Isaac… -se levantó bruscamente de la silla, -¿Dónde te encuentras?
-Estoy en el aeropuerto, no sabía dónde ir, -dijo Alejandro visiblemente abatido.
-Escúchame atentamente, coge un taxi y dirígete a la Iglesia de San Francisco, espérame dentro, no tardare en llegar, -Darid colgó el teléfono.
Después de vestirse apresuradamente termino de redactar la carta y bajó a la calle, antes de montarse en el coche entregó la carta a un tendero amigo suyo y le dio unas instrucciones para que enviara la carta por él. Se montó en su coche y se dirigió hacia la Iglesia de San Francisco.
XXXV
Marta hacía ya tiempo que había sido bajada del coche a punta de pistola, ahora se encontraba en la parte trasera de un todo terreno, estaba amordaza y atada de pies y manos, intentó ver quien conducía pero le fue casi imposible moverse.
Al de unas horas de travesía sin apenas beber nada de agua estaba agotada, pensaba que la dejarían en medio del desierto abandonada para que muriera, comenzó a llorar imaginando el futuro que le esperaba pero sobre todo pensaba en su amado Isaac, estaba convencida de que había muerto.
Cuando la desesperación casi la había vencido y estaba comenzando a asimilar la situación notó como el vehículo se detenía, abrieron la puerta y vio como Javi se le acercaba, con una navaja cortó las ataduras de las piernas y la bajó del todoterreno.
-Bienvenida a tu nueva casa, -dijo Javi mientras la ayudaba a bajar del coche.
Al pisar el suelo Marta trastabilló y hubiera caído de rodillas si Javi no la hubiera ayudado a mantener el equilibrio, tenía las piernas apelmazadas y le costaba dar un simple paso.
Javi cogió del brazo nuevamente a Marta y la llevó hacia un edificio que parecía ser muy antiguo y estar abandonado, Marta miró a su alrededor y se fijo que había otro edificio que parecía también muy antiguo cerca de donde estaban, estaba muy bien conservado y tenía un extraño símbolo de un chacal rodeado por un circulo llameante en la puerta, aparte de esas dos construcciones no vio nada más que arena a su alrededor.
Escuchó como Javi hablaba en árabe con otro hombre, no logró comprender nada de lo que decían pero vio como el hombre se montaba en el todoterreno y se alejaba dejando tras de sí una estela de polvo.
-Vamos a ponernos cómodos, pasaremos una temporada aquí, -dijo Javi mientras dirigía a Marta hacia la extraña construcción.
XXXVI
Isaac deambulaba por las calles de Rabat sin saber bien dónde empezar a buscar a Darid, la lógica le decía que tenía que comenzar por la comisaria, pero últimamente la lógica no era algo que funcionara en su vida.
Isaac tenía una sensación extraña como si alguien le estuviera siguiendo, se giro y vio unos metros detrás del a Antoine, este al darse cuenta de que le habían visto se detuvo y le saludó con la mano, tenía una mueca burlona en su rostro. Isaac apretó los puños por la rabia, pero se calmó al pensar en Marta, se dio la vuelta y continuó con su camino.
Le llamó la atención un pequeño local que estaba en un estrecho callejón, “casa de España de Rabat” ponía en el cartel, decidió entrar, -tal vez podría mirar alguna guía de teléfonos o similar, -pensó Isaac mientras entraba.
Cuando entró se fijo que el local era un restaurante, la decoración era muy típica, algunas fotos de cantantes de flamenco y corridas de toros, parecía como su hubiera entrado en algún bar tradicional del barrio de la Macarena.
-Muy buenos días, -le dijo un hombre amablemente cuando le vio entrar, -discúlpeme pero está cerrado.
-Solo quería preguntarle si tendría alguna guía de teléfonos o algo parecido de Rabat, estoy buscando a una persona, -le respondió Isaac devolviéndole una sonrisa forzada.
El hombre se le acercó y le estrecho efusivamente la mano.
-¡Un paisano!, claro adelante pasa siéntate, -el hombre le señalo amablemente una banqueta junto a la barra.
Cuando Isaac se sentó en la banqueta el amable hombre le sirvió un café.
-Hace tiempo que no veo a un turista Español por aquí, me llamo Jacinto, -el hombre estaba emocionado.
-Yo me llamo Isaac, y discúlpeme pero tengo algo de prisa, ¿podría dejarme por favor la guía de teléfonos para buscar a mi amigo? –temía haber parecido demasiado brusco.
Jacinto hizo un gesto afirmativo con su cabeza y se dirigió hacia la trastienda, al cabo de unos segundos apareció con un ordenador portátil.
-En pleno año 2012 para que usar las guías si tenemos internet, -el hombre sonreía mientras le dio el ordenador a Isaac.
-Muchas gracias Jacinto, -dijo mientras comenzaba a teclear.
Le costó más de lo que imaginaba encontrar una página donde poder buscar la dirección pero una vez que entró en ella se alegró al comprobar que al introducir el nombre de Darid Assem solo aparecía una entrada, anotó la dirección donde supuestamente vivía el inspector y le devolvió el ordenador a Jacinto.
-¿Encontraste lo que buscabas?
-Sí, muchísimas gracias, no sabes de cuanto me ha servido tu ayuda, -Isaac estaba exultante.
-Me alegro muchísimo, espero que nos veamos en algún otro momento, -Jacinto estrecho nuevamente la mano de Isaac.
Cuando abandonó el local vio como Antoine se encontraba sentado en una terraza de un bar tomando un té, al pasar Isaac por su lado le miró fijamente, si las miradas mataran aquella habría terminado con la vida de Antoine.
Se dirigió hacia un taxi para ir a la casa de Darid.
XXXVII
Cuando Alejandro llegó a la iglesia de San Francisco se detuvo para observar la fachada de estilo colonial, la mezcla con la cultura árabe la hacían imponente.
Cuando entró se fijo en que no había mucha gente en su interior, eso en parte le tranquilizaba. Se dirigió hacia un banco cercano a la entrada de la iglesia desde donde podía ver quien entraba y salía y esperó a que apareciera el inspector.
Darid llegó un cuarto de hora más tarde que Alejandro, al entrar se detuvo en la puerta observando el interior de la iglesia, algunos fieles hacían cola en el confesionario, un par de occidentales seguramente turistas están de rodillas frente al altar seguramente rezando, miro hacia un lateras y en un banco cerca de la entrada vio a un hombre algo nervioso que lo observaba fijamente, Darid se acercó lentamente.
-¿Alejandro? –dijo Darid casi susurrando respetando ese silencio ceremonial que se respiraba en el ambiente.
Alejandro asintió con la cabeza.
-Soy Darid, hemos hablado antes por teléfono, -se sentó junto a él sin dejar de mirar al frente.
-Lamento el haberte molestado, no sabía a quién podía acudir, -dijo Alejandro nervioso, las manos le sudaban y sostenía una revista que manoseaba una y otra vez para intentar paliar el nerviosismo.
-Me debes una explicación, ¿Cómo me localizaste? –Darid esta vez le miró inquisitivamente, tenía una mano cerca de la cartuchera donde guardaba su pistola.
-Soy amigo de Marta, ella estaba preocupada por su novio, se ve que en la policía de Sevilla le hablaron de ti… -hizo una pausa para tragar saliva, -al no tener noticias de Isaac ella se puso a investigar por su cuenta y dio con la noticia de la muerte de un preso en la comisaria y al ver tu nombre en la noticia se preocupó más todavía.
Darid al recordar aquel momento sintió una punzada en el pecho, no es algo de lo que estuviera orgulloso, pero era algo que se tenía que hacer.
-Me pidió ayuda y yo… digamos que logre acceder a cierta información tuya, incluidas llamadas y mensajes de texto recientes…
-¿Cómo coño pudiste hacer eso? –Darid estaba enojado.
-Digamos que fue más fácil de lo que pensaba, la seguridad informática no es algo que cultiven demasiado ciertas empresas… -Alejandro le dio los informes a Darid.
Darid se quedo estupefacto al ver las hojas que acababan de darle, venia toda su hoja de servicios y toda la información telefónica, cuando terminó de leerlos las rompió.
-Por eso sabíamos que no querías hacer daño a Isaac y queríamos venir a hablar contigo para saber qué es lo que ocurría con Isaac…
-¿Y qué pinta en todo esto Javi? –le interrumpió Darid.
-Es amigo de Isaac, Marta quedo con él pero la secuestraron al salir del aeropuerto, -el tono de voz de Alejandro denotaba ahora culpabilidad, -tenía que haber estado con ella.
Darid le intento calmar, y le explico lo sucedido en esos dos días y quien era en realidad Javi.
-¿Enserio me estás diciendo que no es un guion de película lo que me cuentas? –dijo Alejandro con escepticismo, miraba a Darid fijamente con los ojos abiertos como platos intentando comprender lo que le decía.
Darid asintió, y por la cara que tenia al contar la historia no parecía que mintiera.
-Lo que no se es porque Yemyra…
-¿Yemyra? –le interrumpió Alejando.
-Si Yemyra es el nombre de Javi en la organización, -le contesto Darid, -lo que no se es porque Yemyra querría secuestrar a Marta...
-Si tiene a Isaac lo mismo la necesita para chantajearle por alguna razón, -dijo Alejandro.
-Seguramente… ¿pero cuál? –cuando terminó de hablar giró la cabeza bruscamente mirando la entrada de la iglesia, alguien había dando un portazo al cerrar la puerta.
-No puede ser… -Darid no daba crédito a lo que veía.
-¡Isaac! –gritó Alejandro levantándose rápidamente y dirigiéndose a la entrada de la iglesia.
Los fieles que estaban haciendo cola en el confesionario miraron a Alejandro al escuchar el grito.
-¿Alejandro? ¿Qué haces aquí? –Isaac miraba incrédulo hacia el hombre que se le acercaba rápidamente.
XXXVIII
-Dime Antoine, ¿Cómo va todo? –dijo Yemyra cuando le contestaron al teléfono.
-Están ya juntos, cuando sepa alguna cosa más te avisare pero tenemos un problema.
-¿Qué ocurre? –pregunto Yemyra preocupado.
-Un hombre que no conozco de nada está con ellos, –dijo Antoine.
-Te llamo en unos minutos, -Yemyra colgó el teléfono y se giró para mirar a Marta.
-¿No viniste sola verdad?
Marta no contestó, estaba en una silla atada de pies y manos y simplemente miraba al suelo, Yemyra se acercó y la abofeteo con fuerza, la sangre apareció en la comisura de sus labios.
-No me hagas repetirte la pregunta… ¿Quién es ese hombre? –dijo mientras sujetaba del pelo a Marta y tiraba de el para obligarla a mirarle a la cara.
-¡Vete a la mierda maldito cabrón! –Marta soltó un escupitajo que impacto en el rostro de Yemyra.
-Si no me lo dices no volverás a ver a Isaac, -dijo mientras se limpiaba el escupitajo y tiraba con más fuerza del pelo.
El escuchar el nombre de su amado y el saber que estaba vivo hicieron que su resistencia se mermara.
-No es nadie importante, solo un amigo que quiso acompañarme, -dijo Marta apesadumbrada por la sensación de traición que tenía en esos momentos.
Yemyra soltó el pelo de Marta y la abofeteo una vez más, las lagrimas invadían sus mejillas pero lloraba en silenció no quería darle el gusto de escucharla quejarse.
Antoine estaba fuera de la iglesia vigilando la entrada para no perder a sus objetivos de vista, justo cuando vio a los tres hombres salir de la iglesia sonó el teléfono.
-Yemyra acaban de salir, ¿Qué hago?
-Hagamos que la historia de Isaac le resulte creíble a Darid, mata al otro hombre.
Antoine colgó el teléfono y continuó siguiendo a los tres hombres mientras zurcía un plan en su mente.
XXXIX
-Todavía me cuesta creer que pudieras escapar, -dijo Darid mientras encendía un cigarro.
-A mí también me cuesta creerlo, pero es tal y como te conté. –Isaac permanecía quieto mirando el suelo, -cuando llegue a tu casa te vi salir apresuradamente y te seguí hasta la iglesia.
-Espero que nadie te haya seguido a ti.
Darid comenzó a caminar seguido de Isaac y Alejandro, se dirigían a su casa desde donde podrían estar más seguros y planear como rescatarían a Marta.
-¿Qué calor hace aquí no? –decía Alejandro quejosamente.
-Vamos hombre, ya queda poco, sino no haber venido, -le contestó Isaac visiblemente enfadado.
-De nada, de nada, si lo se le digo a Marta que nos vamos a cenar en vez de venir aquí a buscarte.
Isaac al escuchar eso miró a Alejandro y le cogió de la camisa mirándole a los ojos encolerizado.
-Como vuelvas a decir algo así te parto la cara maldito imbécil, -dijo mientras levantaba el puño amenazando con golpearle.
-¡Cuidado! –grito Darid mientras sacaba su pistola.
Isaac miro a Darid y vio como disparaba a algo o alguien detrás de él, se giró para mirar y vio a Antoine apuntándole con un arma, Antoine le disparó. Isaac sintió una quemazón tremenda en su hombro y soltó a Alejandro, miró la zona donde le había impactado el disparo, comenzaba a sangrar profusamente.
-¡Al suelo maldita sea! –gritó Darid mientras volvía a disparar a Antoine.
Estaban en una zona relativamente descubierta, Isaac se lanzó al suelo intentando buscar alguna cobertura posible, mientras estaba en el suelo vio a Alejandro inmóvil unos metros delante de él.
-Alejandro ¿estás bien? –le gritó mientras permanecía en el suelo mirándole.
-Creo que sí… -estaba visiblemente asustado, el miedo le paralizaba y era incapaz de moverse.
-¡Detrás de aquel coche rápido! –dijo Darid mientras les señalaba un coche que estaba aparcado unos metros por detrás de ellos.
-Alejandro, cuando cuente tres nos levantamos y corremos hacia el coche, ¿comprendido? –no dejaba de mirarle intentando tranquilizarle.
Alejando simplemente asintió con la cabeza, siempre le habían gustado las películas de guerra y tiroteos pero esto no se parecía ni mucho menos a una película de acción.
-Uno… dos… -justo en ese momento una bala silbó cerca de él casi dándole de lleno en la cabeza, -tres ¡ahora, vamos Alejandro! –se levantó rápidamente y corrió en dirección al coche que le había señalado Darid mientras este les cubría disparando a Antoine.
Alejandro tomo aire y se levantó lo más rápido que pudo y siguió a Isaac, estaba ya a medio metro del coche cuando notó un pellizcó en la espalda a la altura de los riñones, cuando ya estaba a resguardo juntó a Isaac se sentó apoyando su espalda en el coche.
-Muy bien Alejandro, lo lograste, ¿estás bien? –dijo Isaac mientras le daba una palmada en los hombros.
-Si llego a saber que voy a participar en una película de vaqueros me hubiera traído un caballo, -intentó bromear Alejandro.
Isaac rió por el comentario de Alejandro, permanecieron a resguardo hasta que el tiroteo cesó y apareció Darid corriendo.
-¿Estáis todos bien? –dijo Darid mientras miraba a los dos hombres.
-Me dieron en el hombro, pero no es nada, es una herida superficial, -dijo Isaac mientras apretaba la herida con un pañuelo intentando evitar el perder más sangre.
-Debió de seguirte cuando escapaste… -Darid ayudo a Isaac a levantarse, -seguramente cuando nos vieron juntos no se lo pensaron demasiado.
-Vamos Alejandro dame la mano, -Isaac le tendió la mano para ayudarle a incorporarse.
Alejandro no contestó, permanecía en silencio sin decir nada, Darid se puso de rodillas junto a él y le tomo el pulso.
-Esta… muerto, -dijo Darid.
-¿Muerto?, si hace menos de un minuto que hemos hablado ¿Cómo es posible? –Isaac estaba incrédulo mirando a los ojos ahora carentes de vida de Alejandro.
Darid inspecciono el cuerpo y vio como brotaba abundante sangre de una herida de bala recibida en los riñones, Isaac no pudo aguantar las lágrimas.
-Malditos hijos de puta, -gritó desesperado.
-Vámonos de aquí, la policía se encargara de él, es mejor irnos cuanto antes, lo siento mucho Isaac, -Darid se incorporó y se dirigió hacia su coche.
Isaac miró por última vez a Alejandro, nunca se llevaron bien, pero siempre fue buen amigo de Marta y ahora que había muerto por ir a buscarle un sentimiento de culpabilidad le inundó completamente.
-Amigo tu muerte no será en vano, -miró por última vez el cadáver de Alejandro y se marchó con Darid.